Mohamed l’Ghacham (1993) es un pintor y muralista residente en Mataró (Barcelona), nacido en Tánger (Marruecos). Desde su primer contacto con las artes plásticas a través del graffiti, el artista ha ido virando hacia un estilo muy influenciado por los pintores más clásicos y el lenguaje pictórico de los grandes maestros. Tomando prestados los tonos pardos del Siglo de Oro español y las composiciones tradicionales, L’Ghacham resignifica estas formas desde el gesto del muralismo más contemporáneo, en una hibridación de técnicas que no es nada habitual en el arte urbano a gran formato. Su característico imaginario visual centrado en la cotidianidad y el detalle lo han convertido en un artista con proyección internacional, siendo su obra presente en países como Estados Unidos, Italia o Francia. Hablamos con él sobre su obra a gran formato y su trabajo en el taller, sobre la importancia del diálogo con el público y del respeto cuando se interviene en el espacio público, y sobre los futuros caminos del arte urbano. (Fotografías de Conor Gault)
Como artista muralista, has intervenido espacios públicos muy diversos y con muchos formatos. Sin embargo, tu estilo se reconoce por el uso de colores pardos que desdibujan el límite entre la pared intervenida y su entorno, y la incorporación de figuras humanas con cierto aire costumbrista. Dicho esto, podríamos decir que tu estética se acerca a un realismo estricto que queda plasmado también en tu obra de estudio. ¿Podrías explicarnos un poco cómo dialogan las obras de taller con los murales en espacio público?
Mi trabajo tanto en estudio como en la calle parte de la misma base y generalmente intento que haya coherencia tanto con lo que hago en estudio como en la pared. La principal diferencia entre una y otra creo que es el entorno. Al final cuando trabajas en taller estás haciendo una pieza aislada que se verá colgada en un entorno blanco y eso en mi caso me genera una presión añadida sobre si funcionará bien o no. Mientras que en la calle el propio entorno y cómo tu mural funciona en el paisaje ya te da una seguridad sobre por donde tirar o no, y rápidamente puedes ver si la pieza funcionará. En cuanto al proceso técnico, es prácticamente el mismo en ambos casos menos con el material utilizado. Aunque en la calle intente emular el acabado del óleo es imposible con pintura plástica lograr la misma riqueza pictórica. Por otro lado, pintar en la calle con un tiempo límite muy claro me da la posibilidad de simplificar y sacrificar todo aquello que no es importante para la pieza final y poder trasladar esa misma manera de trabajar al estudio donde por lo general las piezas se me suelen alargar mucho tiempo y suelo dudar mucho más sobre hacia donde ir.
Recientemente, en marzo de 2022, se inauguraron los murales del proyecto del Distrito de Sant Andreu, producido por B-Murals Centre d’Art y Rebobinart, en la plaça d’en Xandri. En este proyecto tu realizaste los murales que pretendían visibilizar la gente mayor de Sant Andreu. ¿Cómo fue el proceso de diseño de estos murales y la colaboración con los y las otras artistas implicadas en el proyecto?
Para este mural partía de las entrevistas y las fotografías de Laura Abad de la gente mayor del barrio, al final representar todas esas historias y personas en una pieza no es algo que por lo general funcione y menos en mi tipo de trabajo. Partiendo de las entrevistas decidí intentar pintar una escena que girase en torno a la actividad física y de reunión más allá de la típica imagen de serenidad o descanso con la que se suele representar a la gente mayor en murales y pinturas. Al ser dos soportes iguales me pareció interesante hacer un “loop” de una misma escena en dos momentos distintos. Creo que inconscientemente puede enfatizar la sensación de actividad y movimiento. En cuanto a los colores, intento que no sean muy agresivos y no molesten mucho en el paisaje y el entorno de la ciudad. De alguna manera intento contrastar los formatos tan grandes con colores que más bien pasen inadvertidos para que el impacto en el entorno sea lo más respetuoso posible.
En concreto, colaboraste de cerca con Laura Abad, que retrató 12 personas mayores del barrio. ¿Cómo fue está traducción de un medio como la fotografía al mural de gran formato? ¿Qué papel juega la fotografía en tu proceso creativo habitualmente?
Las fotografías de Laura al ser más de estudio no encajaban mucho con mi imaginario visual ni con la idea que tenía yo del mural. Pero sí que me sirvió como base y para ir probando distintas opciones. En mi caso la fotografía es una herramienta más de trabajo como puede ser una brocha, parto de ella para crear mis imágenes, pero intento no ser un esclavo. La uso más como boceto y voy añadiendo y quitando cosas que me funcionan más que imitar pixel a pixel la fotografía, Al final, mi acabado huye bastante de la idea de realismo o hiperrealismo que se tiene actualmente, un poco la lucha que tengo es la de cambiar del lenguaje de la foto al de la pintura, a veces con más acierto y otras con menos.
Tus obras transmiten una cierta intimidad y cotidianidad que contrastan con su tamaño. Cuéntanos un poco los retos que supone trabajar en grandes formatos a nivel técnico y artístico.
El tamaño de las paredes es algo que impacta mucho y que resulta muy atractivo para el gran público en el que me incluyo, pero creo que lo realmente difícil es hacer algo que tenga riqueza pictórica y que aporte algo más allá de solo ser un elemento estético. Al final hay muchas herramientas para poder adaptar aquello que quieres en cualquier formato. En mi caso me fijo más en cómo está pintado un mural que su tamaño en sí. Para mí el mayor reto suele ser el tiempo. Por lo general, tienes que resolver un mural en cinco días o una semana y muchas veces el resultado no depende únicamente de ti, influye mucho una buena organización, buen acceso a la pared, la acogida del vecindario, el clima… Son varias cosas que pienso que si no están en armonía te pueden cambiar mucho la experiencia del trabajo y afectar directamente al resultado de tu mural.
A nivel técnico, yo llevo ya varios años y tengo muy interiorizados los pasos y muchas veces es como una receta que te sabes de memoria y que dependiendo del contexto vas variando para lograr el mejor resultado.
En mi caso empiezo con un encaje de la composición muy simplificado, hago una primera mancha de color acercándome lo máximo posible a los colores finales para hacerme ya una idea de cómo funciona el mural en el entorno, luego redibujo todo el mural para corregir proporciones y composición final y sueldo dedicar los dos últimos días en ir terminando los detalles y viendo que primeras manchas ya funcionan y cuáles necesitan más trabajo.
Siguiendo el hilo de la intimidad, que domina también el proyecto de ENACTIU: ¿Qué reacción crees que puede provocar en los transeúntes urbanos encontrarse con una obra tuya – calmada y desasosegada – en medio de sus trayectos del día a día? En otras palabras, ¿crees que mostrar esta intimidad es un acto político?
No considero que mi trabajo tenga carga política, o al menos no es mi intención tenerla. Al final la pintura en la calle, aparte de ser un diálogo con la ciudad, es un diálogo con el público. Mi intención no es la de “educar” ni imponer mis ideas a la gente que por casualidad se encuentra con una obra mía. Suficiente imposición es encontrarte con una imagen gigante como para que encima les imponga mis ideas o sesgos políticos o del ámbito que sean.
Mi intención tiene más que ver con realzar y darle importancia a momentos del día a día que normalizamos y perdemos perspectiva de su importancia que dar lecciones de moral o cosas así, el muralismo político me gusta, pero creo que para hacer murales de carácter político o activista el primer paso precisamente es hacer activismo, pienso que muchas veces se usan ciertos temas para generar revuelo o sumarse a una tendencia que para realmente reivindicar algo con un trasfondo que vaya más allá de la viralidad en redes sociales.
Yo me considero pintor y en mi caso la pintura es lo más importante. El concepto, discurso o el tema es algo que puede acompañar mi trabajo, pero no necesariamente me preocupa tener un mensaje muy masticado o con un trasfondo social o político. Prefiero que todo aquel que lo vea lo lea o interprete como quiera.
Finalmente, en tu obra has dominado las técnicas figurativas e impresionistas, todo un reto. De cara al futuro, ¿qué retos te pones como artista? ¿Quieres compartir algún proyecto actual? ¿Qué fronteras te gustaría empujar en el arte urbano contemporáneo?
Pues si soy sincero, llevo ya un par de años un poco perdido y revisando lo que he hecho e intentando reinventarme y buscar otro tipo de acabados… pero vaya, es un camino largo y aunque en mi vida no, en mi trabajo me considero una persona paciente. Supongo que poco a poco mi pintura cada vez sé ira desdibujando y simplificando más. Al final me gusta más el gesto que te permite hacer una primera mancha que la infinidad de horas haciendo detalles que al final en mi caso se suelen convertir más en adornos que en cambios sustanciales en el acabado final. En cuanto a proyectos tengo algunos murales por Europa antes de terminar el año y cara al año que viene la idea sería intentar exponer obras de estudio, pero aún no sé muy bien por donde tirar, como te decía algo un poco perdido buscando por hacia donde ir.
En cuanto al arte urbano, no sabría qué decirte. Por un lado, pienso que está en un muy buen momento donde es relativamente fácil tener tu oportunidad y poder pintar murales de gran formato con buenos presupuestos y valores de producción. Pero, por otro lado, la competencia es muchísimo mayor que cuando yo empecé y con tanto bombardeo de murales y obra en redes sociales es fácil perderse y acabar demasiado contaminado con tantas referencias y comparaciones.