Amaia Arrazola nació el 1984 en Vitoria, País Vasco. Estudió Publicidad y Relaciones Publicas en la Universidad Pública de la Complutense. Al finalizar su formación estuvo varios años trabajando como directora de arte e ilustradora en una agencia publicitaria en Madrid, pero en 2010 decidió trasladarse a Barcelona y dedicar-se a la ilustración. Es entonces cuando empieza a adentrarse en el muralismo, hasta llegar a plasmar sus obras en muros de gran formato.
A lo largo de su trayectoria como artista ha publicado diversos libros como Wabi Sabi: un mes en Japón o El Futuro es Femenino, y ha trabajado para marcas de renombre como Coca-Cola, Nike o Movistar. Amaia ha recorrido el mundo realizando y exponiendo sus murales en lugares como Rabat, Japón, Rumanía, Miami o Paris.
Empezaste trabajando como directora de arte en una agencia de publicidad en Madrid y decidiste dejarlo e irte a Barcelona a perseguir tu carrera como ilustradora, ¿qué propició ese giro en tu carrera artística?
Ahora cuando miro atrás creo que hubo un alto porcentaje de inconsciencia. Simplemente me cansé. En la agencia estaba todo el día en un despacho y creativamente no estaba nada satisfecha. Me faltaba de todo, mancharme las manos, gestionar mi tiempo, más libertad. En ese momento los bancos aun tenían obras sociales y aproveché una de ellas, que me dio una beca para poder mudarme a Barcelona a estudiar un máster de diseño. Simplemente buscaba un cambio de vida. No pensaba que acabaría viviendo de la ilustración… pero se alinearon los astros. Así que eso, mucho trabajo y un poco de alineación de planetas.
Ilustración, murales de gran formato, cerámica, esculturas… ¿qué te aporta el hecho de trabajar con múltiples formatos?
Libertad. Para mi todo forma parte de uno, todo soy yo. Creo que responde a mi personalidad. Soy movida, me gusta probar cosas nuevas y tener “la pata” metida en diferentes formatos hace que pueda ir divirtiéndome y saltando de uno a otro enriqueciendo todos a la vez. No los divido, todos forman parte de Amaia.
Además, a nivel profesional y económico me ha salvado en varias ocasiones. Estos dos últimos años que no he podido pintar murales (maternidad-pandemia) he aprovechado el trabajo indoor y le he dado caña a los libros y a algún proyecto publicitario que me ha caído. Luego tengo temporadas en las que encadeno proyectos muralísticos y me olvido de lo que es estar sentada delante de la mesa de dibujo.
Aunque cada obra sea distinta, tienes unos trazos muy característicos, propios de tu identidad artística. ¿Qué fuentes de inspiración han influido en la evolución de tu estilo artístico hasta ahora?
Lo del estilo es algo por lo que preguntan mucho, pero yo al estar tan cercana a mi propia obra no soy consciente. Estoy demasiado cerca. Pero bueno, el estilo no es más que lo que tienes en el cerebro y lo que te permite la mano así que obviamente mi “estilo” es el cúmulo de mis referentes. ¿Y cuáles son estos? Pues la gente que me ha acompañado en la vida y amigos artistas e ilustradores que he visto evolucionar. Luego están todas mis vivencias que también me van modelando. Desde cosas más pequeñas como conversaciones en el supermercado o en el metro hasta el bombazo que supone tener una hija. La visión de la vida de mi hija me inspira. Tenerla cerca y hacer cosas para ella, para que se divierta hace que mi cerebro se ponga a currar.
Crear en la calle implica un formato y contexto muy diferente al del estudio y al de la ilustración sobre papel. ¿Qué fue lo que te llevó a hacer tu primer mural en la calle?
No tengo ni idea. Mirando atrás creo que fue el hecho de no haberlo hecho antes. El intríngulis de si seré capaz, el hormigueo en el estómago. Yo la mesa de dibujo y el ordenador ya la tenía muy vista y quería hacer algo diferente. Salir de mi zona de confort.
¿Qué desafíos te has encontrado cuándo has trabajado con murales y qué es lo que más te atrae a la hora de crear en el espacio público?
Cuando pintas en la calle SIEMPRE pasan cosas. Esto lo sabe cualquiera que haya dado un brochazo a un muro en el espacio público. Sale gente diciéndote que no le gusta tu trabajo, que si es legal, que si tienes permiso, que no está de acuerdo. También hay gente que le gusta, pero bueno. Tienes que aprender a concentrarte a pesar de las condiciones. Te puede llover, puede hacer mucho frío, mucho calor. Que escojas un color y te llegue otro. Que la grúa se estropee, que la escalera se rompa, yo que sé. Como digo, estás expuesto a muchos factores sobre los que ya no tienes tanto control como en un trabajo de tamaño menor.
Y luego está el tema de que eso que estás haciendo no es sólo tuyo. Al “invadir” el espacio público pasa a ser de todos y cuando elige qué pintar tienes que tener eso en cuenta. Formará parte de la vida de la gente. ¿Qué quiero dejar aquí para ellos?
Muchas de tus creaciones están impregnadas de figuras femeninas. ¿Qué representa para tu obra el feminismo?
Son dos cosas diferentes. Dibujo figuras femeninas porque soy mujer y mi cuerpo es lo que mejor conozco.
El feminismo, para mí lo es todo. No es una elección de motivo, es una manera de ver la vida, de entenderla…Busco mi lugar en el mundo, como mujer, como ser humano. Y a través del feminismo, de la literatura feminista, del cine feminista he entendido muchas cosas. Pero bueno, a mi entender cualquiera que esté a favor del respecto por los derechos humanos debería ser feminista y la pregunta no debería ser porque haces murales feministas sino cómo es posible que no incluyas ese tema no en tu trabajo sino en tu día a día.
Precisamente, en 2014 realizaste un mural en motivo del Día Internacional de la Mujer juntamente con Orne Cabrita en el Centre Cultural la Farinera del Clot y en 2015 realizaste otro mural contra la violencia machista junto a Maria de Reskate en Les Corts. ¿Consideras que tu trabajo se ha visto alguna vez afectado por el hecho de ser mujer?
Claro. Para lo bueno y para lo malo, nuestro trabajo es fruto de quien somos. Desde cosas generales como la elección del motivo a la hora de pintar, las inspiraciones que me marcan, o que me seleccionen en un festival por el hecho de ser mujer (y tiene que haber una cuota femenina) hasta otras cosas más individuales o personales como no poder trabajar a todo gas porque me ha bajado la regla o tener que hacer parones cada 3 horas porque soy madre y tengo que dar de mamar a mi hija cada dos horas.
En 2020 lanzaste “El Meteorito”, tu nueva novela gráfica, donde muestras una visión muy personal y visceral de lo que ha implicado ser madre para ti, ¿cómo ha afectado la maternidad a tu carrera artística?
La ha atravesado y la ha partido en dos. Hubo un momento en el que pensé que no volvería a pintar nunca más, pero mira, la vida sigue. Y sí que es cierto que el meteorito (mi hija) aniquiló mucho de lo que había antes pero también es cierto que después ha nacido mucha vida. Diferente de la de antes, pero vida, al fin y al cabo.
Es recurrente escuchar la frase “ser madre es lo mejor que te puede pasar”. Tú en el libro vas más allá y destacas la ambivalencia de tu experiencia, tanto en lo emocional como en lo profesional. ¿Hacen falta más referentes que desenmascaren y/o expongan las partes menos agradables de la maternidad?
Creo que cada vez se escuchan más voces femeninas hablando de una maternidad real. Cada vez hay más libros que hablan de esta famosa ambivalencia: Jane Lazarre y su “Nudo Materno”, o Esther Vivas y “Mamá desobediente”. Pero la respuesta es sí. Por supuesto que muchas mujeres viven la maternidad de una forma más “apacible” que otras, pero no hay que olvidar que la maternidad es un bombazo, y que a muchas nos deja un poco partidas por la mitad y que narrarlo, contarlo en voz alta no sólo es necesario sino sanador.
Precisamente, el libro ha sembrado alguna que otra polémica en redes sociales. ¿Por qué crees que hay personas que se han sentido ofendidas por tu relato? ¿De qué manera crees que este se aleja de la visión patriarcal de la maternidad?
Porque la maternidad es otro de los aspectos de la vida que ha estado totalmente relacionado a lo femenino y lo femenino siempre ha estado en un segundo plano, callado, en la esfera privada. Y cuando sacas temas tan importantes, tan “columna-vertebral” de la humanidad y los pones patas arriba se levantan muchas ampollas y hay muchas masculinidades que se sienten heridas. (he de decir que esto no es del todo justo porque también fui atacada por mujeres. Supongo que al final el machismo y el patriarcado tiene los brazos muy largos y todavía toca y dirige la mentalidad y la forma de pensar de mucha gente. De hombres y de mujeres) Pero no hay que hacer caso. Hay que seguir con el camino de cada uno y no dejarse distraer por lo que te digan los otros y muchísimo menos en twitter.