Mateu Targa (Girona, 1989) es artista visual. Estudió Arte y Diseño en la Escuela Massana de Barcelona y en el Instituto Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara (México). Desde sus inicios ha utilizado la pintura al óleo como medio, a pesar de combinar esta disciplina con otras como la instalación, el arte urbano, y el muralismo.
Ha realizado el mural sobre memoria histórica que supone un diálogo con la historia y la comunidad del barrio de la Florida, en l’Hospitalet de Llobregat.
¿Qué te motivó a trabajar en el mural de memoria histórica en l’Hospitalet?
El proyecto de memoria histórica me cautivó por la riqueza de su historia y la convivencia de varias generaciones con diferentes realidades: es un barrio que ha cambiado mucho en las últimas décadas y en el que están conviviendo múltiples generaciones con procedencias y con realidades muy diferentes. Me parecía importante recuperar la memoria de aquellas personas que habitaron en primera instancia el barrio sin perder de vista la nueva realidad.
¿Cuál fue tu enfoque para este proyecto?
En un principio mi idea era hablar de cómo se había fundado este barrio con una población migrante: primero, de otros puntos de España, y ahora, de otros puntos del mundo; y ver qué relación tenían. Pero me di cuenta que lo más importante era dar voz a la gente que había fundado el barrio, destacando sus luchas para dignificarlo.
Por esta razón acudí al archivo municipal. Con las fotografías que me dieron hice varias propuestas, pero hablando con las vecinas del bloque entendí que, puesto que hablábamos de memoria histórica, tenía que ser su propia memoria histórica. Fue entonces cuando me dejaron fotografías de manifestaciones que se habían hecho en el barrio y elegimos aquella con la que estábamos más cómodas y que más se adecuaba a nivel formal y conceptual.
¿Cómo integras la historia y la memoria en tu arte urbano?
Para mí, la historia y la memoria son esenciales en el ámbito personal y en el proceso creativo. Es un tema que siempre acabo tocando porque me parece relevante cuando estamos generando arte urbano: no solo generar cosas nuevas, sino hablar del lugar, de lo que es, lo que representa y de dónde viene.
Cuando nosotros como pintores llegamos a un lugar, pintamos y nos vamos, pero aquel lugar tiene un pasado, una identidad, una historia, y me parece muy importante poder hablar y poder reflejarla. Recuperarlo o hablar de alguna manera es entender el lugar en el que estás interviniendo.
¿Y en este caso en concreto?
Pienso que para la gente que habita este lugar es muy importante recibir «a cambio» un regalo de memoria. Ver fotos nuestras nos recuerda cosas y nos lleva a lugares y a momentos que hemos vivido o que nos hablan de nuestra identidad de alguna manera. Para mí, es esencial poder preservarlo sin dejar de lado una mirada hacia el futuro.
En general, cuando trabajo en un mural intento reflejar la identidad y el pasado del lugar. Esto no solo enriquece la obra, sino que también ofrece a los habitantes un recuerdo visual de su entorno. El diálogo con la comunidad es clave para entender el contexto histórico y cultural del lugar en el que pinto.
¿Utilizas algún proceso para investigar y seleccionar los temas históricos que tratas en tus murales?
Mi proceso empieza hablando con la gente del barrio y pasando tiempo en el lugar para comprender su identidad. Me interesa saber cuáles son las necesidades de memoria o dignificación que perciben los habitantes y llevarlas adelante. De este modo puedo respetar y representar adecuadamente el lugar y su historia en mis murales. Intento respetar el espacio todo lo que puedo y dar lo que las personas que habitan, han habitado y habitarán aquel espacio, lugar, pueblo, barrio y, por consecuencia, aquel mural, quieran.
¿Qué técnicas y estilos utilizaste específicamente en el mural de l’Hospitalet y por qué?
En el mural de l’Hospitalet trabajé con una fotografía de baja calidad, cosa que me interesa porque me gusta producir con el error y el glitch que generan el traspaso de imágenes a través del escaneo, la pérdida de calidad al hacer el envío o del mismo deterioro de la fotografía, puesto que reflejan cómo la memoria se distorsiona con el tiempo. Este enfoque me permite hacer un paralelismo con la manera en que recordamos e interpretamos el pasado.
¿Cuál es tu visión del arte? ¿Crees que es una herramienta para la educación y la sensibilización social?
El arte tiene que tener un componente político y social. A pesar de que reivindico el hecho de crear por crear, creo que el arte urbano puede generar cambios y movimientos sociales importantes. Siempre que el respeto por el lugar y su gente esté, es una manera de darle un valor social o político al arte, aunque la imagen en sí misma no tenga esta potencia combativa.
¿Cómo ha evolucionado tu estilo artístico desde tus primeros trabajos hasta ahora?
Mi estilo ha cambiado mucho desde mis inicios. Antes trabajaba con materiales que encontraba porque no tenía demasiado recursos económicos y hacía obras más matéricas, a pesar de que siempre he trabajado con la figura y con la figura humana. Ahora hace unos diez años que trabajo con un enfoque más realista, pero todavía mantengo la figura humana como elemento central.
¿Cómo ves el futuro del arte urbano en términos de memoria histórica y justicia social?
Creo que el arte urbano tiene un gran potencial para abordar temas de memoria histórica y justicia social. A pesar de que hace años que se trabaja en esta línea, espero que continúe siendo una herramienta eficaz para crear conciencia e impactar positivamente en las comunidades.
¿Cuál es el proyecto soñado que todavía no has tenido la oportunidad de realizar?
Mi proyecto soñado sería tener total libertad creativa para hacer lo que quiera en un mural. Aun así, entiendo que las limitaciones que traen el propio lugar y su gente pueden ser valiosas, puesto que me ayudan a encontrar un equilibrio y a trabajar de manera respetuosa con el entorno.
¿Qué consejo darías a los jóvenes artistas que desean involucrarse en proyectos de arte urbano?
Les diría que trabajen mucho, que practiquen en espacios como fábricas abandonadas y encuentren lo que los motiva. Se tiene que picar mucha piedra y es duro, pero el arte urbano es muy gratificante.
¿Puedes compartir alguna anécdota interesante que haya surgido durante la realización de uno de tus murales?
Durante este último mural muchos vecinos y vecinas vinieron a pedirme que pintara cosas para ellos en su casa, como las caras de sus hijos en sus habitaciones o personajes como Mickey Mouse en el comedor. De hecho, incluso querían intervenir en el mural. Estos momentos son parte del trabajo en el espacio público y los encuentro muy enriquecedores.
¿Qué artistas o movimientos artísticos han influido más en tu trayectoria?
Lo que más me influencia artísticamente es lo que tengo alrededor. Me gusta mucho el trabajo de Pablo Astrain, Slim Safont, Alba Fabre y Alex Gambin. Son artistas que todavía no están en los libros de arte, son de mi generación.