Alba Fabre

Alba Fabre se interesó por el arte desde muy joven, siendo incluso tatuadora en una época. Sin embargo, acabó estudiando la carrera de Educación Social, que dejó para introducirse definitivamente en el mundo del arte y, posteriormente, del muralismo. Se formó en el Programa de Dibujo y Pintura en la Barcelona Academy of Art, donde ahora mismo trabaja como profesora. Desarrolla su obra personal en el arte urbano, junto a otros artistas, en su estudio situado en Barcelona. Su trabajo se caracteriza por un estilo figurativo cercano, en ocasiones, al impresionismo. Sus obras se interesan por el análisis del lenguaje y los conceptos del arte clásico, reproducidos en una pintura en la que la fuerza y el color son el centro de atención. También es posible ver en sus trabajos la influencia de la psicología y la temática social.

Con Rebobinart y el Ayuntamiento de l’Hospitalet de Llobregat ha inaugurado una obra mural de gran formato, inspirada en un jardín vertical, situada en la calle de Peñíscola, en el barrio de Can Serra.

¿Qué relación personal tienes con el arte clásico? ¿Influye esto en tus proyectos artísticos?

Estudié en una escuela enfocada totalmente al arte clásico, de técnica de dibujo y de pintura. Siempre he tenido un gran interés por el arte clásico y, de hecho, constituye las bases de mi conocimiento. De alguna manera, en todos mis proyectos se puede percibir esta influencia, tanto en la selección de colores como en las pinceladas. Creo que esta influencia es evidente en mis murales; proviene de una transición de la pintura en tela a la pintura en paredes, adaptando mi estilo al nuevo medio.

¿Cómo ha evolucionado tu percepción del arte urbano desde tus primeros trabajos hasta ahora?

Mi percepción del arte urbano ha experimentado una evolución notable. Inicialmente, tenía la impresión de que el arte urbano estaba limitado en comparación con las formas más tradicionales de arte, como la pintura de tela o las exhibiciones en museos. Con el tiempo he observado que ha habido un cambio gradual: se ha empezado a aceptar una gama más ancha de imágenes y estilos en el espacio público.

A la vez, he profundizado en el contexto y las razones por las cuales algunas temáticas todavía no son bien recibidas en el arte urbano (no quiere decir que esté de acuerdo). A pesar de que desearía ver obras en el espacio público que exploren temas tan profundos y con connotaciones tan explícitas como las que se pueden encontrar en los museos, entiendo las razones..

También pienso que como no hace mucho tiempo que empecé a hacer murales, unos 5 años, tampoco he convivido con otras épocas en que el grafiti estaba más presente, pero ahora noto que hay muy buen rollo entre los dos gremios, que mutuamente se respetan. Esta convivencia no solo enriquece los resultados artísticos, sino que también fomenta un espacio para la creación de puntos de vista interesantes que no son ni puro grafiti ni puro arte sin relación con la historia del street art.

¿Hay algún aspecto de tu trabajo que consideres que rompe con las convenciones tradicionales del arte urbano?

Quizá, aunque haya sido de manera no voluntaria y que varios artistas de mi generación están haciendo, es esta pintura más de cuadro que hasta ahora no se veía tanto en el mundo del arte urbano y que, cada vez más, se está viendo. Aunque este estilo no es nuevo, ha ido ganando terreno gradualmente. La impresión que recibo de mis obras es de sorpresa por un resultado que tiende a un carácter más pictórico y menos vinculado al grafiti o a la ilustración tradicional del arte urbano.

¿Cómo es tu experiencia como profesora? ¿Influye esta conversación diaria en tu trabajo artístico?

Sí. Soy profesora durante la temporada de invierno, cuando tengo menos trabajo de murales. Está claro que esta experiencia influye en mi trabajo. A veces, las conversaciones con el alumnado me llevan a nuevas ideas o perspectivas, a veces me hacen reflexionar sobre cómo enfocar mis propias ideas o cómo abordar nuevos retos. Hay como un diálogo. Pero también es verdad que valoro los momentos de desconexión, cuando puedo poner la mente en silencio y ver qué ideas son válidas para mí y cuáles no tanto.

¿Tienes algunas ideas clave que repites siempre a tu alumnado? ¿Cuáles son?

Sí, en cuanto a vivir del arte o del arte urbano. Pienso que es esencial entender que, más allá del talento, es necesario tener iniciativa y buscar activamente oportunidades y proyectos. Muchos de mis alumnos tienen un gran talento y facilidad, pero si no se mueven, no podrán vivir de esto. Trato de desmitificar la idea del artista bohemio, tienen que ser prácticos y proactivos e ir a buscar las oportunidades. Al final no pueden ir a una tienda a comprar una pared.

¿Has tenido algún problema durante la creación de alguno de tus murales?

Uno de mis primeros murales fue en Gandía. Representaba una pareja de chicas descansando en un jardín, dándose un beso. Yo venía del mundo del lienzo donde, afortunadamente, lo que se pinta está más aceptado y no suele haber problemáticas sobre el tipo de pareja o la indumentaria que llevan. A media creación, la comunidad de vecinos me pidió que parara el proyecto porque no estaban cómodos con la representación de dos mujeres. Me sugirieron cambiar una de las mujeres por un hombre. En este momento me di cuenta del poder que pueden tener los murales, puesto que son visibles para todo el mundo en el exterior, sin necesidad de ir a un museo o pagar una entrada. Por eso pienso que hay una responsabilidad con lo que se pinta y las temáticas que se escogen. Por suerte, después de algunas discusiones, pude acabar el mural según mi concepto original. Esta experiencia me impactó bastante, puesto que yo venía de un mundo artístico diferente al del grafiti y no conocía las complicaciones específicas de pintar en espacios públicos.

Si pudieras transformar cualquier lugar del mundo con una de tus obras, ¿qué lugar escogerías y por qué?

Escogería un entorno rural que necesitas una mejora. Preferiría evitar los lugares que ya tienen un encanto natural o arquitectónico, puesto que querría conservarlos tal como son. En cambio, me interesaría intervenir en un lugar con un diseño arquitectónico deficiente o que haya sufrido un mal desarrollo, para poder contribuir a mejorar su estética y funcionalidad. El contraste de una pintura en un entorno rural puede tener gran fuerza visual sin comprometer la arquitectura existente, la cual prefiero dejar intacta si ya es bonita.

Si pudieras colaborar con cualquier artista, ¿con quién sería?

Escogería trabajar con aquellos con quien tengo una afinidad personal y artística. Quizás si lo hiciera con alguien a quien admiro mucho, el resultado no sería tan bueno. Prefiero colaborar con artistas como Elisa Capdevila, con quien ya he compartido proyectos y me divierto mucho, o con Slim Safont, con quien tengo una buena relación. También me fascina la idea de trabajar con Pabli Stein y otros muralistas de la misma generación en España, porque hay una gran conexión y un ambiente muy positivo entre nosotros.

¿Qué objetivos personales y profesionales esperas lograr con tus proyectos futuros?

Me gustaría mucho seguir viajando, conocer lugares y países nuevos, cómo entienden ellos el arte urbano (pienso que cada país lo entiende de manera diferente) y trabajar en proyectos donde sobre todo se respete la creatividad o la intención del artista por encima de lo que los ayuntamientos, el gobierno o la gente, espera que se haga en el espacio público. Quizás trabajar solo en proyectos donde el arte sea la prioridad y dónde quizás la parte más urbanística quede de lado.

¿Cuáles han sido las reacciones más impactantes que has recibido de un espectador sobre una de tus obras?

Sobre todo valoro o me impacta mucho la gente que viene muchos días durante el proceso, cuando estoy haciendo un mural, que quizás no vive en el mismo pueblo o la misma ciudad y que cada día o cada dos días viene a ver cómo va el trabajo. Me sorprende mucho porque me da la impresión que realmente valoran lo que estoy haciendo.

Como caso concreto, en un mural que hice en Asturias, en Oviedo, sobre los Sidros y Comedies, al acabar el mural vino gente con la ropa tradicional, hicieron una pequeña representación y me trajeron sidra. Aquel final de mural fue muy bonito e impactante.